Qué tristeza me da ver a la Nube, que viene arrastrando sus llantos y sus lluvias por tantos lados... Que viene disminuida, humillada,...

La nube y la montaña


Qué tristeza me da ver a la Nube, que viene arrastrando sus llantos y sus lluvias por tantos lados...

Que viene disminuida, humillada, reducida... casi como una simple almohada de vapor donde se recuestan los ángeles a dormir la siesta...

Nadie sabe, que el viento la trae desde las glorias de sus primeros días, cuando cubría majestuosa todo el cielo de África, o cuando nublaba las tardes de Brasil, o daba sombra a las tumbas en Malvinas,

Nadie sabe que viene cansada, angustiada y débil... a llorarle a su mas preciada montaña, en cuyo regazo yacía la nieve, cual capullo donde nació.

Tras darle la vuelta al mundo en 180 días... vuelve al mismo lugar donde partió:

a su amada montaña fría, inmóvil, impenetrable, inamovible…

A su amada montaña que- como siempre- ignora su llegada.

Qué tristeza me da ver a la Nube, abrazando tiernamente a la indiferente montaña

Qué triste es ver... ese último beso tan frío, y a la vez tan cálido, en que la Nube sucumbe derrotada y feliz sobre unas mejillas ásperas, allá, en la cima de los Andes, rogándole al deshielo que ya no la despierte, nunca más.

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