Quedate un
toque más, todavía no te vayas.
Desde que
llegaste, me hacés muy bien.
Y es que
anduve medio bajón por varios meses.
Hasta ese
día en que te llevaste mi cerebro, sin querer.
Igual, no me
quejo, te soy sincero,
Ese cerebro pensaba
muchas boludeces,
Así que un
poco de silencio mental está bastante bueno,
Aunque
cualquier trabajito intelectual me re contra cueste.
Es que eso
de “soltar”, “dejar ir”, y todas esas giladas,
Cuestan como
la san puta, sabrás lo que es,
Le metés pilas,
y terminás con la cabeza re limada;
Aflojás un
toque, y la muerte te empieza a caer re bien.
Pero un día
te me cruzaste, y me dejaste re flasheado
Con cara de
pavote, la boca abierta y un hilo de baba.
Pareciera
que a Cupido se le había roto el arco,
Porque en
vez de un flechazo, me cagó a puñaladas.
Y acá estoy,
preguntándome cuándo te veo…
Quizás nunca
me acuerde del cumple de mi vieja,
Pero de esto
siempre me acuerdo:

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